Antes de instalar una pérgola, es recomendable hacerse las preguntas adecuadas. Estilo, ubicación, opciones y limitaciones: aquí tienes nuestros consejos para que tu proyecto sea un espacio habitable verdaderamente sostenible y bien diseñado.
Antes que nada, piensa en cómo quieres usar tu pérgola: ¿comedor, relax, espacio a la sombra, rincón de lectura? Esto te guiará en tu selección. Una pérgola puede estar adosada a la casa para ampliar la terraza o ser independiente para crear un espacio separado. Tú decides lo qué se adapta mejor a tu vida diaria… y a tu jardín. Este momento de reflexión es la base de un proyecto exitoso.
Cada tipo de pérgola tiene sus ventajas. El aluminio, ligero y robusto, resiste mejor a la intemperie. Y la versión bioclimática, con sus lamas orientables, permite regular la luz y la ventilación con un solo movimiento. Algunas pérgolas se pueden cerrar casi por completo con persianas o paredes de cristal: ideales para disfrutar del aire libre casi todo el año. Lo importante es que la pérgola se adapte a tu estilo de vida, no al revés.
La ubicación desempeña un papel clave. Una buena orientación permite disfrutar del sol a las horas adecuadas sin sobrecalentamiento, y protegerse eficazmente del viento. Piensa también en la circulación alrededor, en la proximidad a la casa o incluso en la vista que quieras enmarcar o disimular. Una pérgola bien situada aporta más confort en el día a día… y una mejor integración en tu espacio exterior.
Instalar una pérgola también implica pensar a largo plazo. Comprueba si se necesitan permisos en tu municipio, sobre todo si la estructura es grande. Ten en cuenta el mantenimiento: el aluminio requiere pocos cuidados, basta con una limpieza sencilla. Y asegúrate de que haya repuestos disponibles, para poder actualizarla o repararla sin tener que cambiarlo todo. Un proyecto bien planificado garantiza tranquilidad para las próximas temporadas.
